REFLEXIÓN SOBRE EL DÍA DEL AMBIENTE
Venezuela vive de la “exportación” de gases de efecto invernadero si lo vemos del punto de vista ecológico, seríamos los Poncio Pilatos de la naturaleza, sino asumimos como nuestros, los gases que también se producen gracias a nuestros hidrocarburos fuera de Venezuela.
MARCIAL BARRIOS
Hablamos de Ecología, de los daños al planeta, de que existen maneras para cambiar e inclusive se han logrado crear los derechos humanos de orden ambiental. Artículos de la Constitución y la Ley Orgánica del Ambiente, nos muestran los derechos y deberes humanos.
Quizás el concepto de ver al hombre como el centro de los derechos ha sido el gran error, los derechos deben partir de la concepción de incluir “el derecho de la naturaleza a no ser depredada por el humano” los derechos deben partir desde el concepto de respetar la vida en todas sus dimensiones como el único baluarte para comenzar a cambiar las acciones humanas.
La vida de cualquier ser de la tierra, del reino vegetal o animal debe ser considerada como la muralla infranqueable para detener las fuerzas destructivas del ser humano.
Sabemos que en Venezuela más del 1,2% de los bosques están siendo talados y el 0,2% que equivale a unos 11 mil kilómetros cuadrados, caen degollados por las sierras en el Amazonas.
Sabemos que gran cantidad de los desechos de la población van directamente a contaminar ríos que muchas veces son la fuente del agua que se consume en las poblaciones.
Sabemos que los desechos sólidos, pinturas, plásticos y demás contaminantes terminan en el Mar Caribe de la costa venezolana.
Sabemos eso y mucho más, pero pareciera que es un tema para hablar y no para actuar, políticos sacan partido del discurso, mientras vemos como se secan los ríos, se derrite nuestro único glaciar en Mérida.
Si no lo sabía, ya hoy lo sabe, predicar el cambio hacia el verdadero respeto al ambiente es más que una opción, una necesidad impostergable.
Replantear el diseño económico, y la planificación de ecourbanizaciones que sean preservadoras del ambiente es el camino, no importa de qué color político tenga teñido el corazón, es la reflexión como ser de este planeta, mas allá de cualquier mezquindad o filosofía siempre estará el frescor de la sombra del árbol, la alegría de un lugar con peces, la esperanza de unas guacamayas volando al atardecer. Todo en lo absoluto depende de cuánto en realidad quieras tu tierra.
Lamentablemente la dirección desarrollista que llevamos en nuestro país es incompatible con una civilización que busque el equilibrio con el ambiente, es trágico observar como las personas organizadas para realizar invasiones destruyen sin ningún resquemor, eliminando la vida de miles de seres vivos y alterando el ecosistema. De igual forma las políticas inconclusas y las omisiones ante las alteraciones causadas por las petroleras, la minería y las demás explotaciones que le dan la vida económica a la población venezolana.
Es una paradoja decir que en Venezuela se lucha por la ecología cuando somos un país explotador de hidrocarburos y también contribuimos con el consumo de combustibles y la cuota de gases de efecto invernadero (GEI) para el mundo, en pocas palabras; somos exportadores de GEI y vivimos de eso. Seriamos el Poncio Pilatos de la naturaleza, sino asumimos como nuestros los gases que también se producen gracias a nuestros hidrocarburos fuera de Venezuela.
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