ENSAYOS - El tratamiento de la información ambiental: los retos del periodismo ecológico

Publicado por: Chasqui Revista latinoamericana para la comunicación

José Antonio Alcoceba Hernando

El desarrollo económico desmesurado, surgido a partir de la segunda mitad de los años cincuenta del pasado siglo, ha traído consigo un progresivo deterioro del ambiente en nuestro planeta. Paulatinamente, y como respuesta a estos problemas ecológicos, se ha venido desarrollando una conciencia ecológica entre grupos sociales cada vez más numerosos (especialmente en las sociedades más desarrolladas). Esta creciente preocupación ambiental se constata en los datos que aportan algunos estudios de opinión: en España por ejemplo, un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas de 1997 recogía que el 72 por ciento de los españoles consideraba un problema urgente e inmediato la conservación del ambiente; un sondeo más reciente, correspondiente al año 2002 (realizado por el Instituto de la Juventud), mostraba que el 88 por ciento de los jóvenes estaría dispuesto a colaborar altruistamente en la defensa del ambiente.

Los medios de comunicación pública, en cuanto instituciones sociales encargadas de la vigilancia del entorno, se han erigido en portadores y defensores de aquellas normas y valores que cada grupo se esfuerza en mantener o preservar. Sin embargo, ante esta creciente preocupación social por las cuestiones ambientales no parece existir una respuesta acorde desde dichos medios. El deficiente tratamiento de estos temas es justificado desde las instituciones comunicativas, en la poca importancia que el público concede a estos contenidos, “el interés de las audiencias por la ciencia y el ambiente es inexistente o, a lo sumo, de carácter pasivo.” (Martínez Valdés, M.,2003).

Los asuntos relacionados con el ambiente siguen sin entrar a formar parte de la agenda diaria de los medios; frente a otros acontecimientos a los que los MCM destinan espacios o secciones propios (política, sociedad, cultura, televisión, etc.). Cuando aparecen noticias sobre ecología o naturaleza en los medios, suelen hacerlo en secciones como Sociedad o Local, en lugar de aparecer bajo epígrafes específicos que den categoría a los problemas ambientales. Esta ausencia de espacios propios en los medios, para el tratamiento ambiental, no ha contribuido a fomentar la especialización periodística. Los profesionales encargados de las noticias sobre ecología frecuentemente son especialistas en otros temas (Sociedad, Local, etc.), y eventualmente, son los encargados de elaborar las informaciones sobre cuestiones ambientales. Hasta hace muy poco, como apunta Arturo Larena (2002) “la mayor parte de los periodistas que se incorporaban a esta especialidad informativa eran autodidactas que se han especializado con vocación y experiencia”.

Hoy en día parece existir desde las facultades de Ciencias de la Información y Comunicación, una respuesta clara para paliar esta ausencia de formación académico-profesional. Como apuntaba el doctor en comunicación Victoriano Garza Almanza (1999), esta preocupación formativa ha surgido primero en los países más desarrollados, “en Estados Unidos, más de 25 universidades ofrecen desde cursos y talleres hasta licenciaturas o doctorados en comunicación científica, periodismo científico, escritura ambiental, periodismo ambiental, etc., dirigidos a periodistas, investigadores o a personas interesadas que quieran aprender a escribir sobre asuntos de la ciencia y el ambiente, o hacer divulgación”.

También desde los propios medios de comunicación parecen comenzar a conceder al periodismo ambiental la categoría profesional que merece, y desde esa perspectiva está surgiendo entre los profesionales una inquietud por formarse en esta disciplina científica. En este sentido, la Asociación de Periodistas de Información Ambiental organiza cursos, encuentros y seminarios, además de haber creado la primera beca de especialización en Periodismo Ambiental en España.

Tratamiento de la información ambiental.

Con la información ambiental se viene dando la paradoja de que aunque desde la sociedad crece el interés por estos temas, desde los medios de comunicación se sigue ofreciendo una respuesta deficiente a esta demanda informativa. Como apunta Martínez Valdés (2003), esto se ha debido en gran medida a que “los responsables de los medios están decidiendo por la audiencia antes de preguntarle a ella si les interesa o no el tema”. Actualmente en España ninguno de los diez periódicos diarios de mayor tirada ofrece una sección específica sobre ambiente; e igualmente, son muy escasos los programas de radio y televisión sobre naturaleza y ecología.

Esta falta de compromiso de las instituciones comunicativas con el tratamiento adecuado de la información ambiental ha fomentado sin duda la apatía en las audiencias. Dicho desinterés, unido a otros factores relacionados como la carestía del papel, la diversificación de la publicidad, etc., se ha visto reflejado por ejemplo en la crisis de las publicaciones sobre naturaleza y ambiente. Siguiendo con el caso español, y como apunta Joaquín Araujo, “en los últimos años han cerrado cinco revistas de naturaleza y ambiente (Ecosistemas, Ecología Internacional, Scenes of the World, Biológica y La Tierra)”, lo que ha supuesto que el número de lectores haya pasado de más de 60.000 a unos pocos miles.

Del tratamiento catastrofista al periodismo preventivo

Siguiendo con el tratamiento de la información ecológica, ha habido desde los medios una tendencia a reducir las cuestiones ambientales únicamente a las noticias sobre denuncias y catástrofes. Como apunta el profesor Lozano Ascencio (1995),“todos sabemos que la información sobre el ambiente transmitida en los medios de comunicación, en muchas ocasiones, está en la estela de las catástrofes que acaparan las primeras páginas y sirve para que el ciudadano de la calle preste atención a los temas ambientales.”

La reducción de las cuestiones ambientales a los acontecimientos catastrofistas encuentra también su justificación en la citada ausencia de especialización periodísitica. La falta de una formación específica impide a los periodistas poder conocer y manejar los elementos de la ciencias ambientales. Esta situación provoca que los comunicadores opten, mayoritariamente, por la selección de aquellos hechos sobre catástrofes y desastres naturales, dejando sin cubrir aconteceres de trascendencia ambiental menos llamativos pero más críticos.

Igualmente, este tratamiento alarmista, en muchas ocasiones, ha equiparado los riesgos contrastados con aquellos meramente hipotéticos o inexistentes. Y al mismo tiempo, esta visión negativa ha contribuido a que los medios aparezcan ante la opinión pública como los defensores de la naturaleza, una vez que el desastre ya se ha producido, llevando a cabo una labor de apaga fuegos.

La actividad informativa en general, y la ambiental en particular, debieran tener entre sus cometidos la formación de las audiencias en valores éticos y solidarios. Es lo que algunos autores conocen como “periodismo preventivo”. Como afirma el profesor Vicente Romano (2003), “no sólo se les atribuye a los medios de comunicación la tarea de informar, de difundir conocimientos. También se les responsabiliza de la formación de los ciudadanos, de ampliar su voluntad democrática, y su conciencia crítica, diferenciadora. El cumplimiento de este noble cometido se puede inferir de los contenidos.”

La comunicación pública está llamada a jugar un papel decisivo en la divulgación de aquellos aspectos acordes con un desarrollo equilibrado de los recursos, defendiendo aquellas políticas socioeconómicas basadas en procesos y tecnologías que respeten el ambiente; y denunciando y criticando las políticas estatales y empresariales cuyo desarrollo productivo ignora y degrada el entorno ambiental. Julen Rekondo (2003) define el periodismo ambiental como “un periodismo en el que se establecen complicidades con el ciudadano, un periodismo de apelación constante a las actitudes y comportamientos de las personas, que invita a la acción, a la modificación de las conductas.”

La especialización periodística

Esta función preventiva requiere de una profesionalidad por parte de los responsables de los medios, y especialmente de los periodistas encargados de las cuestiones ambientales. El periodismo ambiental debe tender a formar profesionales especializados en el tratamiento de estas cuestiones: adelantándose a los acontecimientos, ofreciendo el mayor número de puntos de vista, recurriendo a las fuentes, ofreciendo datos e información comprensible, etc.

Los temas que conforman la agenda ambiental de los medios son de lo más variados; sus objetos de referencia pueden ir desde la desaparición de una especie animal o vegetal, hasta la contaminación, la desertización, el aumento del agujero de la capa de ozono, o la pérdida de la biodiversidad. Ante este panorama, el periodista debe seleccionar aquellos temas que considere de especial interés para el conjunto de la comunidad.

El comunicador ambiental debe conocer y manejar los elementos de las ciencias ambientales para conceder a los acontecimientos la trascendencia social adecuada, y poder situarlos en su contexto político, económico, cultural e histórico. Debe ofrecer una visión imparcial, objetiva y rigurosa de los hechos, alejada del periodismo militante e interesado. En su labor debe imperar una forma ética de actuar y por ende una forma ética de informar.

Las relaciones con las fuentes informativas

Los asuntos ambientales, en la medida que afectan a la población en su conjunto, no pueden explicarse aisladamente de las cuestiones políticas, económicas, culturales, etc. por las que se ven afectados. Los medios de comunicación deben valorar dichas relaciones, y realizar una tarea de mediación entre las instituciones políticas y económicas, los agentes sociales implicados en la defensa del ambiente y los públicos.

Para poder llevar a cabo esta labor mediadora es necesario que las relaciones entre las distintas instancias estén basadas en la confianza y la necesidad mutuas. Pero, desgraciadamente, la realidad en numerosas ocasiones ha sido bien distinta: las relaciones entre las instituciones políticas y económicas y el resto de agentes sociales implicados en los problemas ambientales se han regido por un cierto oscurantismo y por una falta de fluidez. Aunque también es cierto, que desde las instituciones políticas cada vez se concede mayor importancia a las cuestiones comunicativas. Como se afirma desde la página web del Instituto Nacional de Ecología de México, “es indispensable tener mecanismos informativos eficientes de enlace con la sociedad, que permitan transmitir lo que se está haciendo en la materia, lo que significan los instrumentos de política, los programas, los planes y las decisiones que se toman en relación con la materia. En ocasiones, los MCM, a la hora de defender determinadas iniciativas sobre política ambiental se han dejado llevar por sus adhesiones políticas (mayor o menor cercanía a un determinado partido o gobierno), más que por una visión crítica sobre la verdadera realidad de dichas iniciativas sobre el conjunto de la sociedad.”

Un ejemplo claro de estas oscuras prácticas informativas lo encontramos en la cobertura informativa que ofrecieron los medios de comunicación españoles sobre el hundimiento del petrolero Prestige, frente a las costas de Galicia en 2003. A juicio del Movimiento Ecologista “el tratamiento de la información por las fuentes oficiales, los medios de comunicación públicos y algunos medios privados ha sido vergonzosa, tergiversando, manipulando y faltando a la verdad en numerosas ocasiones. Debido a esta situación, se ha tenido que recurrir a fuentes de otros estados europeos. La ausencia de información veraz y los intentos de minimizar mediáticamente la catástrofe han contrastado, fuertemente, con la movilización ciudadana en contra de la marea negra y de su deficiente gestión... Para esta y otras catástrofes es preciso garantizar la veracidad de la información proveniente de fuentes y organismos oficiales, así como su tratamiento periodístico riguroso, abierto y plural, sobre todo en los medios de comunicación públicos.”

A pesar de estas prácticas informativas interesadas, las diferentes instituciones encargadas de informar sobre el entorno ambiental parecen entender la necesidad de independencia entre los periodistas y las fuentes, como se apunta desde el citado instituto mexicano: “a las autoridades ambientales nos toca informar más y mejor, mientras que a los medios les corresponde actuar con verdadera conciencia de su función social.”

Nuevos escenarios de divulgación ambiental

El Libro Blanco de la Educación Ambiental en España (1999) sugería promover pautas de comportamiento responsables, especialmente en los programas de televisión (dibujos animados, comedias, teleseries, etc.). La introducción de argumentos ambientales en los programas infantiles o de ficción pueden contribuir a la popularización del ambiente en audiencias de diferentes edades.

Otra de estas recomendaciones remitía a otro de los medios de comunicación menos utilizados en la difusión ambiental: el cine. Al margen del cine ecológico documental, que goza de poca aceptación, han sido pocas las películas dedicadas a las cuestiones ambientales. Aunque a tenor de la respuesta del público ante algunas de ellas, como Tras el corazón verde (1984), Erin Brokovich (2000) o El día de mañana (2004), parece un medio adecuado desde el que fomentar la concienciación ambiental.

Internet, un nuevo escenario para la comunicación ambiental

Las nuevas tecnologías de la información, y especialmente Internet, están suponiendo un cambio revolucionario en el panorama informativo mundial. Aunque todavía deberá definirse el modelo de desarrollo de estas tecnologías, lo que parece evidente es que están transformando el tratamiento informativo ambiental. La utilización de estos nuevos recursos expresivos favorecerá para que las audiencias más familiarizadas con estos nuevos modelos de socialización (niños y jóvenes) se sensibilicen ante los problemas ambientales.

Internet y las nuevas tecnologías amplían las fronteras de la información ambiental, permitiendo visiones de lo local a lo global. Las enormes posibilidades de difusión, así como sus capacidades expresivas (multimedia) y participativas hacen de estos nuevos medios los escenarios idóneos desde los cuales difundir estas cuestiones.

Las instancias implicadas en las cuestiones ambientales no han permanecido ajenas a las posibilidades de difusión que les ofrece Internet. Tanto las instituciones políticas (ejemplos: Instituto Nacional de Ecología de México (http://www.ine.gob.mx/), Ministerio de Medio Ambiente de España.(http://www.mma.es/), etc.), como las organizaciones ecologistas (ejemplos: Greenpeace (http://www.greenpeace.org/international_en/), Alianza para protección de los bosques (http://www.rainforest-alliance.org), Adena (http://www.wwf.es), etc), y los medios de comunicación (ejemplos: Biodiversidad en América Latina (http://www.biodiversidadla.org/index.htm), revista Econatura (http://www.econatura.org/), etc.), se han apresurado a posicionarse en estos nuevos escaparates con la intención de contribuir a la concienciación ambiental de la población.

Comentarios

EFEverde ha dicho que…
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